Hace tiempo, vi su foto. Su hermosa sonrisa confiada, la simpleza de su expresión, sus ojos de inocencia... se veía como cualquier otra, pero no, ella era especial.
A través de la imagen, intenté entender como ella había influido en mi mundo, aunque fuera de una manera tan indirecta. El cómo ella estaba allá...tan lejos, después de un día haber sido el centro de un tornado que arrasó con muchos mundos.
Intenté imaginar lo que sentía, la manera en que pensaba, me pregunté si aún recordaba todo, si aún le dolía.
Había escuchado de ella con palabras de devoción y un odio fingido, nunca supe mucho acerca de su vida, pero con solo escuchar como pronunció su nombre la primera vez que lo pregunté, me basto para saber que ella había alterado vidas, mundos, universos, y ahora venía a alterarme a mi de cierta manera.
No, ella nunca estuvo presente, solo era un recuerdo lejano, nada se sabía de esa mujer, solo la voz que me hablaba de ella la acariciaba lejana, pero al fin y al cabo ella solo era un punto en el horizonte.
Recuerdo como me quedaba a veces viendo su foto, pensado y pensando, recordando todo lo que sabía de ella e intentando ponerme en su triste lugar.
Ella y su vieja historia, ella era un recuerdo, yo, yo era el presente.
Hoy, depués de meses volví a mirar su foto. Me sorprendió que ya no era la misma foto que había visto antes, ella miraba sonriente y se apreciaban claramente los rasgos de su cara. Descubrí que era muy bella, no cualquier belleza, belleza que sólo podía apreciar un ojo observador. Un ojo que debió escuchar y entender la devoción que se tendía sobre ella al solo decir su nombte, solo ese ojo podría verla a ella en todo su esplendor, bella y diáfana.
Le sonreí a la foto y dije entre mí: Hoy te entiendo. Ahora, yo, también soy sólo un recuerdo.
 
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