Bendigo los teléfonos modernos, esos que dejar ver un mensaje breve en tu pantalla aún si no lo abres. Aunque no te esperas lo que puedes llegar a leer y lo que puede significar un mensaje tan corto, capaz de leerse sin ser abierto.
Hoy, -¡Rayos casi le doy abrir!- para mi debería de ser  uno de tus mensajes algo que no me gustase en estas fechas, especialmente porque yo me aferraba a la fiera idea de que ahora debía odiarte para siempre, voltearme al verte...-Demonios, su expresión- que se pudriera en el infierno él y sus promesas vacías.
Dolió el pecho con ansias locas de abrirlo y loca de convencimiento de odio a su vez. Ganó el convencimiento por supuesto, conoces mi mente cuadrada que tanto contrastaba con la tuya, dispersa.
Y así estoy, con el sentimiento triste de la incertidumbre.
 
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