sábado, 25 de marzo de 2017

Hueco en el pecho

Bendigo los teléfonos modernos, esos que dejar ver un mensaje breve en tu pantalla aún si no lo abres. Aunque no te esperas lo que puedes llegar a leer y lo que puede significar un mensaje tan corto, capaz de leerse sin ser abierto.
Hoy, -¡Rayos casi le doy abrir!- para mi debería de ser  uno de tus mensajes algo que no me gustase en estas fechas, especialmente porque yo me aferraba a la fiera idea de que ahora debía odiarte para siempre, voltearme al verte...-Demonios, su expresión- que se pudriera en el infierno él y sus promesas vacías.

Dolió el pecho con ansias locas de abrirlo y loca de convencimiento de odio a su vez. Ganó el convencimiento por supuesto, conoces mi mente cuadrada que tanto contrastaba con la tuya, dispersa.

Y así estoy, con el sentimiento triste de la incertidumbre.

domingo, 19 de febrero de 2017

Me fallaste por siempre.

¡Oh, cuánto debiste haberte reído de mí! Todo este tiempo, burlándote, disfrutando de engañarme, prometiéndome la luna, las mismísimas estrellas, diciéndome que en verdad me querías.

Rompiste tu más grande promesa, me la restregaste en la cara. ¿Cuidarme?, ¿Ayudarme en mis problemas sin importar que tan grandes fueran?, que risa, ahora me da gracia el pensar que pude creerte semejante compromiso conmigo...me hiere el saber que pensé algún día que era cierto, ¿Cómo pude creer en tus palabras después de todo el daño? Tonta, niña tonta. Bien merecido me lo tenía por creer en ti de nuevo...por creer en ti mil veces.

A cada tropiezo estuve detrás tuyo, cada noche llorando escuchándote...yo siempre era feliz. Pero llegó el día que siempre llega yo caí y lloraba en el suelo, fui en busca de tu promesa y hallé desprecio...

La rompiste, ¡oh, y de qué manera! mayor burla no pude haber recibido, pero bien merecido lo tiene la niña, ¡ella se lo buscó! la bondad y la nobleza frente a ti son cosas vacías y sin sentido.

¡Oh, cuánto debiste haberte reído de mí!