lunes, 16 de enero de 2012

La nada.

Acostada en mi cama un fría mañana de otoño, abrí suavemente mis ojos, todo se miraba claro a través de mis retinas contraídas por la deslumbrante luz de la habitación. Todo estaba tan vacío. Mi cama parecía navegar en un mundo de claridad, ¿dónde estaba?. No vi mis muebles,no vi mis cuadros, mis paredes pintadas de color oliváceo tampoco estaban. Sólo estaba mi cama y yo sobre ella.

¿Por qué me encontraba ahí?, me sentía perdida, sola, grité mi nombre. Nada. De mi boca no salía ningún sonido, me exforcé más, podía sentir como articulaba cada letra formando una palabra, formando una oración, pero no salía nada, la nada absorbía el sonido de mi voz.

Contrariada agité las sábanas. Ningún sonido. Mi corazón empezó a palpitar aceleradamente, ún líquido frío recorría mi interior, muestra del terror puro que estaba sufriendo, golpeé el colchón de mi cama, emití un grito desgarrador el cuál no sonó, arañé los barrotes marfil que se encontraban a un lado mío y nada. Nada de nada.

Empecé a llorar, no emití sonido alguno solo las lágrimas recorrían mis mejillas, decidí cubrirme con las sábanas y esperar a que esta terrible situación acabara, llorando me quedé dormida; desperté en la misma cama, de neuvo intenté hacer ruido fallando de nuevo.

Pero esta vez había algo nuevo en la habitación.

Sobre los pies de mi cama se encontraba una cajita blanca y cuadrada, la tomé y la deslicé sobre mi regazo, tenía escrito algo en la tapa, y decía así: "Aún puedes escribir", dentro de la caja se encontraba un tubito de carbón compacto, negro azabache, era extraño., pues parecía tener luz propia y vida dentro de él.

Estaba tan distraída viéndolo maravillada que no noté que ya me encontraba en el suelo blanco. Mi cama había desaparecido, también la cajita, estaba yo sola tras esa blanca eternidad, ante esa "nada".

Empecé escribiendo en el suelo, puse frases de mis escritores favoritos, escribí un cuento, pasajes de mi vida, recuerdos, sueños, deseos, retazos de una novela que pasaba por mi mente, escribí lo que sentía, escribí con el corazón, perdí la noción del tiempo inclinada sobre la nada donde escribía, no me cansaba de escribir, vertí todo sobre la nada, mi esencia, mis sentimientos, mi alma, mis emociones y cuando no quedó nada más que escribir... me di cuenta que yo, yo, ya era la nada.

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