Ocho es mi número favorito desde niña, por un razón simple y especial que muy pocos conocen. Adoro el número ocho, acostado es un infinito y aunque ahora, el infinito esté "choteado" nunca lo estará para mí, pues significa algo inmenso.
Hoy cumplo ocho meses con esa personita que me hace sentir cosas que jamás en mi vida había sentido por alguien, alguien que me ha mostrado que los caballeros aún existen, que los cuentos acerca de hombres extraordinarios que darían todo por ti no son inventos, un hombrecito lleno de virtudes y sonrisas que a su vez me hace sonreir a mí...
Empiezo a recordar cómo empezo todo...el flechazo nos sorprendió a los dos jugando como niños, al pelearnos sucedió que nos vimos por primera vez. Y no es que yo no lo hubiera visto antes, sólo que ese día lo vi realmente, lo sentí cerca y algo dentro de mí se encendió. Me separé de él rápidamente para que no notara mi confusión, afortunadamente no fue así...ese día.
Con el correr de los días me acerqué más a él, compartimos experiencias y nos divertíamos juntos. Estaba segura de que me gustaba, y ahí mismo en donde sucedió el flechazo, un día de mayo sin saber cómo ni por qué lo besé...lo besé descaradamente bajo la influencia de mi conciencia sin contaminar, no tenía ni una gota de alcohol en mis venas, y aún así me arriesgué. Me correspondió el beso, pero éramos amigos, yo tenía muchas cosas en la cabeza y entonces me fui de ahí pensando en que había perdido no sólo su amistad, si no también su compañía.
El día siguiente me hizo ver que no había sido así y los días consecuentes me hicieron perderme en él...no tenía idea de qué éramos, pero estábamos juntos y eso me bastaba. Se veía que era difícil y eso me llamaba. En esos días solo necesitaba estar cerca de él (aún es así), necesitaba su contacto, ver sus ojos, tocar sus manos con las mías, abrazarlo, escuchar su voz...adoraba escuchar todo lo que me contaba, enterarme de su vida y contarle la mía, y odiaba que el tiempo se fuera tan rápido en nuestras charlas.
De pronto, un día me di cuenta que era cortante con ciertas personas que me hablaban pues sólo deseaba hablar con él, esperaba con ansias los días de escuela, llegaba temprano y me iba tarde estando con él...las tardes eran desesperantes por su ausencia, hasta que podía tener una conversación con ese hombrecito que ya para ese entonces me había robado el corazón. Y si las tardes eran una tortura...los fines de semana eran la muerte.
Cada vez necesitaba más de él, pero nunca hablábamos, no sabíamos dar razón del titulo que se le debía otorgar a nuestra compañía mutua. Los amigos se desesperaban por el chisme...se corrían rumores, apuestas. Ya saben, psicólogos...ja ja ja.
Nosotros seguíamos juntos, desayunábamos juntos, cantábamos juntos, tomábamos clases y nos abrazábamos.
Aún recuerdo mi estúpido impulso al salir de un examen muy dificil con una buena calificación, lo abracé muy fuerte y le dije por primera vez, loca de euforia: "¡te quiero!", al instante deseé que la tierra me tragara via pues con ese te quiero había delatado mucho de lo que sentía por él, pero al no ser rechazada, hasta la fecha no me han dado ganas de dejar de decirlo.
A veces me daba miedo muchas cosas, no sabía cómo era y a lo que estaba jugando al estar tan cerca de él. No podía reclamar nada si es que lo llegaba a hacer, yo no era nada suyo...oficial, y a pesar de él no ser nada mío, decidí que sería como si así lo fuese pues ya no deseaba estar con nadie más.
Llegaron las vacaciones y con ellas la tortura de no verlo a diario, lo necesitaba tanto cerca de mí que salíamos un día entero sin importarnos mucho la hora de llegada...y en una de esas salidas tuve que confesarle que yo estaba loca por él y que no estaba jugando a nada. Me sorprendió que él tampoco. Y fue así que un 27 de junio del año 2013, nuestros pequeños colegas psicólogos (y algunos no psicólogos) pudieron saciar su curiosidad y estar tranquilos al saber el mundo que habíamos decidido hacer público un amor que ya se sabía por todos lados, y aunque ese no fue el día de su inicio, fue un día hermoso.
Y así empezó todo...yo peleando con él hace poco más de ocho meses y hasta hace unas horas que nos besamos bajo la lluvia...
Hemos pasado juntos mil cosas en poco tiempo: ganar apuestas, desayunar en la cafetería, comprar sandwichitos baratos, perdernos platicando en el pasto, ir al cine, la cineteca, viajar sin movernos de lugar y moviéndonos de lugar, cocinar juntos, hacer quehacer :O O_O, comer quesadillas gigantes, visitar una institución escolar inconscientes, besarnos con bochitos rojos y golpearnos con los amarillos, molestar a señoras con bolitas de papel, mofarnos de gente por las tonteras que dicen en el pasto, decirnos cosas al mismo tiempo, cantar juntos, robar cosas, ir a museos, patinar en hielo (con grandes caídas no por mi parte jaja), ir a Madero, salir con amigos a lugares, ver series en mi casa, conocer parte de su familia, que mi papá le regale discos, que le trajeran los reyes cosas en mi casa, recibir flores y visitas inesperadas, empezar una lista, participar en una fiesta con poca gente, ir a natación, que me vea como bailo, estar en las islas, perdernos mirándonos... podría enumerar tantas y tantas miles de cosas que no acabaría en un día.
Y también hay razones para no enumerar algunas, pues si las dijera todas, todas las mujeres querrían robarlo pues es un hombrecito genial, como ningún otro, sé que algunas mujeres del mundo quizá me odien por estar a su lado y quizá en el transcurso del tiempo sean algunas más pues sé perfectamente a la persona que tengo a mi lado y a cual miro, sonrío, abrazo y beso a cada momento que puedo, se que es un hombre como de los que ya no hay y que yo tuve la suerte de que el destino lo pusiera en mi camino y me diera la oportunidad de conocer su interior.
Para ese hombrecito:
Hombrecito, sé que me estás leyendo y espero que lo estés haciendo con una sonrisa igual a la que yo tengo mientras lo escribo. Tú eres la persona que me mueve el mundo tan solo con una mirada, eres tú quien me roba el sueño y por el que ansío dormir para soñarlo, eres tú quien me hace soñar, quien cumple mis sueños, quien rompe mi medidor de sonrisas todos los días y quien destroza mis expectativas poniéndolas cada vez más altas. A veces siento que algún día me voy a volver loca (más) de tanta felicidad que me da el estar a tu lado.
Quiero caminar a tu lado todos los días, intentar sacarte siempre una sonrisa, hacer que te sientas feliz, darte lo mejor de mi...quiero despertarte con un mensaje en la mañana y cuando séamos grandes que ese mensaje se transforme en un beso de buenos días; quiero abrazarte hasta que se me caigan los brazos, besarte hasta que no tenga labios y mirarte hasta que no pueda ver más...
Quiero tener un futuro junto a ti pues nunca había estado más segura de algo, quiero que seas tú y sólo tu y me quiero aferrar a esa idea como un koala se aferra a su árbol, quiero cumplir toda nuestra lista y hacer cien cosas más y mil y al final terminar llenando pliegos y pliegos. Quiero tener fotos locas en la sala, contar nuestra historia a quien lo pida hasta que ya no pueda hablar...
Quiero tantas cosas, pero lo que más quiero es estar a tu lado...en el presente y el futuro.
Gracias por llegar a mi vida y llenarme de tanto amor, por brindarme tantas sonrisas, cariño, paciencia, comprensión y más paciencia porque esa vale por mil. Se que podemos enfrentar mil obstáculos porque tenemos la fuerza y las ganas para hacerlo, tu me haces ver porque antes no funcionaron las cosas y eso es porque te tenía que encontrar a ti algún día...estábamos destinados.
Es sorprendente el haber estado a tu lado tanto tiempo sin saber que un día, algún día en el futuro llegara a amarte con tanta locura como lo hago hoy.
Te amo mi pequeño, vamos a echarle ganas a esto. Gracias por estos ocho meses juntos.
Hoy, son ocho meses y con el paso del tiempo espero que ese ocho se incline y de paso al hermoso infinito…juntos.
Atentamente: Tu koala.
